a resistencia del pueblo dominicano a la invasión estadounidense se manifestó en la batalla de La Barranquita.

República Dominicana rememora este 15 de mayo la primera invasión militar que sufrió por parte de Estados Unidos (EE.UU.) en 1916, agresión que cumple 108 años. 

Desde las 13 colonias que conformaron esa nación en 1776, comenzaría una expansión hacia el oeste, arrebatando tierras a los nativos, comprando a muy bajo costo Luisiana, Florida o Alaska, ocupando Texas e incitando a los mexicanos a independizarse de España para luego arrebatarles buena parte de su espacio vital.

El país norteamericano, en ese entonces, ya tenía definida su política expansiva con el claro objetivo de construir un gran país, al precio que fuera.

Posteriormente, contando ya con un vasto territorio que se extendía hasta el Pacífico y aún hasta las islas de Hawai, Guam o Filipinas, intervinieron diferentes países asegurando su hegemonía económica y geopolítica.

Justificaban semejantes injerencias con doctrinas expansionistas como la de James Monroe y su lema “América para los americanos”, la del supuesto Destino Manifiesto, para argumentar que Dios quería que EE.UU. guiara los designios del continente, o la del “Big Stick” (Gran Garrote) con la que Theodore Roosvelt decía “Habla suave, pero enseña el garrote”.

A finales del siglo XIX y principios de XX, gobiernos irresponsables de la República Dominicana endeudaban constantemente el país con empréstitos cuyos intereses pagaban con nuevos préstamos que tomaban a empresas norteamericanas.

En mayo de 1916, el Gobierno estadounidense decidió que era el momento de intervenir para cobrarse la deuda, y de paso organizar la producción de las materias primas que comenzaban a escasear en Europa desde el estallido de la I Guerra Mundial, dos años atrás.

Las tropas norteamericanas desembarcaron por dos lugares: Montecristi en el norte recorriendo la distancia que les separaba de Santiago de los Caballeros, segunda ciudad en importancia del país, y por el Puerto de Haina en el sur, cercano a Santo Domingo, capital de la nación.

En ese momento el presidente dominicano era Francisco Henríquez y Carvajal, quien solo pudo manifestar su indignación al norteamericano Woodrow Wilson.

La resistencia del pueblo dominicano, en desigual fuerza, solo se manifestó en una batalla en La Barranquita, cerca de Santiago, que duró algunas horas, y en ciertas acciones de grupos campesinos en el este del país que llamaron “Gavilleros” increpando con algunas intervenciones por sorpresa a las tropas norteamericanas.

Se puede mencionar a Gregorio Urbano Gilbert como hombre que encarnó la resistencia y a Américo Lugo quien como intelectual creara textos denunciando la intervención.

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